Los clanes camorristas, según la Policía y los estudiosos del fenómeno, son hoy 223 en Nápoles y los 30 municipios suburbanos, con decenas de miles de afiliados y simpatizantes. Un verdadero ejército que vive de la ilegalidad. La Camorra, a diferencia de la mafia siciliana, carece de organismos centrales como Cosa Nostra que disciplinan la vida de las "familias". Pero mucho más que a la mafia de Sicilia, a la Camorra la ayuda el desastre social de amplias zonas de Nápoles. Basta contar la historia de Peppiniello.
Los vecinos de Forcella vieron un día pasar a un chico con pantalones cortos, que lucía una gorrita. El escolar sonreía inocente, hasta que sacó una pistola y dejó seco a balazos a un comerciante de electrodomésticos. Después se supo que el hombre se había resistido a pagar la cuota "para los amigos encarcelados" que en realidad va a parar a las arcas de los clanes camorristas.
Peppiniello opera desde hace años recurriendo a los disfraces infantiles gracias a su pequeña estatura. Se ha convertido en un mito, en la demostración de cómo el mundo es de los vivos y de los pistoleros. Muchos jóvenes lo admiran.
Otro caso. Tres mujeres de edad, muy amigas entre ellas, trabajan en Forcella en la "plaza del tráfico". Distribuyen la cocaína. Como son también muy devotas escondieron una buena cantidad de droga en la iglesia del padre Rapullino, en vía Tribunali. Aprovechaban las misas para poner y sacar los paquetitos que guardaban en la sacristía o entre las estatuillas de los santos. Las tres fueron arrestadas ayer en el marco de la operación Piazza Pulita (Plaza Limpia).
Aunque la historia de la Camorra se remonta al medioevo, las crónicas modernas parten de 1970, cuando en la cárcel de Poggel de Poggioreale, el capoclan Raffaele Cútolo, llamado "O'Professore", decidió realizar un gran proyecto y fundó la Nueva Camorra Organizada. Hasta entonces los clanes camorristas se combatían continuamente entre sí, generando una gran inestabilidad. El proyecto de Cútolo fracasó y entre 1989 y 1993 la guerra que combatió el grupo de "O'Professore" con la Nueva Familia, que agrupó a clanes rivales, causó más de mil muertes violentas.
Aquella guerra de la Camorra obligó a mandar tropas del Ejército, que se quedaron cuatro años. En 1998 parecía vivirse otro momento de paz. Pero el tráfico de drogas y otras actividades que rinden cientos de millones de euros desataron nuevas guerras.
En 2004 estalló el clan Di Lauro después que don Paolo fue contestado por los disidentes llamados "españoles" porque preferían abastecerse de cocaína sudamericana.
Desde entonces las peleas sangrientas son crecientes. En el centro histórico el control del clan Mazzarella, que absorbió en parte a la familia Giuliano, es absoluto, tras su alianza con el clan Misso del barrio Sanidad. Pero la familia Misso en frenta la escisión de los camorristas que prefieren a don Salvatore Torino, aliado al clan de Secondigliano. Estas disidencias han causado más de medio centenar de muertos.
Los clanes Misso, Mazzarella y Sarno controlan actualmente el centro y el este de Nápoles. Los Giuliano están condenados a la desaparición luego de que los hermanos Luigi, Salvatore y Raffaele se convirtieron en
"arrepentidos" y decidieron colaborar con la ley.
La creciente violencia, atomización de los clanes y la sensación de abandono social en muchos barrios de Nápoles y los suburbios estimulan la aparición de pequeñas familias mafiosas y de una violencia juvenil callejera que ha llegado a niveles insoportables.
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